Cuando era más joven y conocí esta parábola bíblica del Hijo Pródigo recuerdo que no me gustaba, la veía como injusta porque el padre privilegió al hijo que rompió toda ley humana y divina y luego vuelve a que celebren su llegada, a diferencia del que sí había hecho siempre lo correcto obtenía cero reconocimiento.
Ahora que tengo que hacerme cargo de cursos en el colegio, donde uno debe más o menos acompañar a los peques y mediar en conflictos a la vez que comunicarse con los padres, y etc etc he cambiado mi visión. Más me vale un desordenado o "conflictivo" que decide convertirse y poner lo mejor de sí. A ese se le apoya y ayuda. Los demás, "el otro hermano" que siempre se han portado bien protestan y cuestionan este apoyo mío, pero estoy apostando a la visión macro. Si este peque se convierte no se me pudren más frutas en el cajón y todos ganamos.
Suena simple, pero es complejo ya que no depende sólo de mí, sino de que el niño también quiera el cambio y se dirija a él.
Tras la entrevista de ayer con la madre creo que no estoy solo en esto. Veremos cómo se da todo el lunes, que será el inicio clave de semana, más, hay fe en el hijo pródigo.
