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martes, 7 de agosto de 2018

Momentos (Para José Gabriel)

La vida está hecha de momentos, suena a cliché, es verdad.

Que debemos aprovechar cada instante con las personas que nos importan porque mañana o incluso esta noche, puede que debamos partir, pero es algo tan humano, el suponer que estaremos aquí hasta que nosotros sintamos que es suficiente. Si bien quienes deciden su partida a fuerza de suicidio serían la excepción, para el resto de nosotros está el Destino. 

No sabemos cuánto tiempo nos queda. Rogamos que la vida nos permita ver a nuestros hijos crecer, a nuestros nietos, llegar a una vejez más o menos saludable y rodeado por nuestro clan.

Y de pronto ya no estamos  y queda el dolor para el resto.

Había soñado con mi madre, vestida de negro antes de ayer, caminaba con expresión seria.

Al despertar no me asombró demasiado porque en sus últimos años solía usar un abrigo negro. En el sueño de hecho se me hizo familiar la imagen a pesar de que no me veía,
ella iba como en su propio camino.

Anoche, sin embargo, tuve otro sueño: estaba nevando -al igual que afuera- pero  la nieve llegaba a mi propia habitación y cama y yo sentía el frío. Había más personas que trataban de cobijarse en la habitación, incluida mi gata que llegaba cubierta de nieve y tiritando, yo le abría mis frazadas tratando aún de explicarme qué hacía ese montón de gente en mi pieza, amistosa debo decirlo- pero hacinados kafkianamente.
Sentí que encontraban resguardo aquí.
Abrí mi frazada para que la gata entre y una vez adentro la nieve de su lomo se había ido. Ella se sentía mejor y salía a sus propios asuntos ya sin copos.

Sonó el despertador y no quise mirar mi teléfono (mails, cosas laborales, mensajes que responder, alguna llamada perdida, etc.) sin si quiera abrir los ojos quise volver a recordar detalles del sueño -gracias a ese ejercicio puedo contarlo aquí ahora- de lo contrario los olvido.
Medité bastante. No di con respuestas completamente satisfactorias. Me levanté, hice mi día normal.

Y resulta que me entero que falleció el marido de mi prima. Deja una hija y un bebé de menos de dos años.
Un tipo jovial, sonriente, que contagiaba alegría y apoyaba a todos incluso en el peor de tus errores estaba contigo. Y se nos fue a sus jóvenes 48 años.

Recuerdo la tarde asoleada en que lo pude conocer, jugamos ajedrez, fútbol y compartimos cervezas con los demás familiares -por parte de mi Madre- que residen en otra región del país. Fue una tarde muy agradable, reímos y conectamos todos tan bien...

He llorado.


Y ahora entiendo mis sueños: al menos la parte de la nieve. Coincidencia o no, previo al fallecimiento de mi Madre también soñé que había llegado el invierno y la ciudad estaba cubierta de blanco. Desde ese entonces, y a pesar de que ha vuelto a nevar en la vida real, no tuve ese sueño de nuevo, hasta hoy.

Padre siempre ha tenido una habilidad de soñar cosas que luego suceden, nació un 29 de febrero más que mal... pero cada vez me convenzo que heredé algunas de estas capacidades que la ciencia niega porque no sabe y no tiene por qué explicar.

Más, a pesar de que mientras escribo cae como lluvia afuera la nieve derritiéndose, yo celebro que sigo entre los vivos, pues,
también como a todos,
un día llegará mi hora de partir.

A no desperdiciar un día más con los que quedamos,
Y respecto a quienes ya emigraron a otros planos astrales, recordar los pequeños regalos que nos dejaron;

como José, cuando nos cantó esta canción en su guitarra una noche en la ciudad de Talcahuano,
ahí mismo donde nació Mamá.






4 comentarios:

  1. Hace un par de días,también recibí la noticia de la muerte de un amigo querido, de forma así inesperada..
    Cuánto tiempo perdemos en cosas que tal vez no tengan tanta importancia, y quizás deberíamos abrazar más,hablarle más, estar más presentes con las personas que queremos.
    Saludos!

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    Respuestas
    1. Un abrazo y lamento la pérdida tuya también.

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  2. Mierda! Pues esta semana fui a un velorio donde todo el mundo estaba mal por lo joven que nos había dejado el señor, y too tan inesperado también, pero tenía justo 20 años más. La cuestión es que sus familiares directos, mayores, tienen entre 80 y 90 años. Por eso lo inesperado.

    Así la vida, hayq ue disfrutar
    Abrazo hermano!

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