En realidad 5 trámites eran así que mientras iba en el colectivo organicé mentalmente las prioridades para aprovechar al máximo el tiempo y hacerlo todo rápido (prioridad: ir a casa a dormir siesta)
Las tareas a realizar quedaron finalmente en este orden:
1. Bajarme en la avenida para ir a la tienda de artefactos para teléfonos celulares que está doblando la esquina.
2. Ir a cobrar un cheque a un banco cercano.
3. Caminar un minuto y llegar a la librería donde debía adquirir marcadores de pizarra (normalmente me gusta tener entre 5 a 10 de recambio
4. Bajar unas tres cuadras para almorzar en un restaurante francés que me han recomendado mucho (un inmigrante de Francia es el chef).
5. Ir a otro banco y pagar una cuota de un crédito. Como los bancos no suelen cerrar antes de las 14 calculé que alcanzaba a pasar tras comer, pero aún si estaba cerrado no es problema los intereses porque pagara mañana...
La primera parte salió bien. La vendedora me preguntó si quería comprar el cargador "original" o el "alternativo". Pregunté los precios. Uno salía 8 mil pesos, el otro 3 mil. Ponderé en esa fracción de segundos qué diferencia haría, si mi actual celu es de segunda mano y pretendo reemplazarlo pronto. El alternativo elegí. Puedo decir que es bastante lento, quizá esa es su debilidad, sin embargo tiene algo que me gusta que no tenía el que murió ayer: se enciende una luz led verde al enchufarlo indicando que está en funcionamiento.
Segunda tarea: el banco estaba vacío así que fui atendido rápido y cobré mi cheque por unas clases particulares que había hecho. La vida es bella.
La tercera salió mal. Es una librería que sólo elegí porque está cerca, no porque me guste...
Al llegar te encuentras con 3 altos peldaños. Es decir, el cliente aquí tiene que tener claro que debe dar 3 pasos hacia arriba (que se jodan los en silla de ruedas), estará "ascendiendo" y más encima la puerta te da encima, la manilla queda sobre tu cabeza, es una entrada para gigantes.
Hay que admitir que adentro es blanca y pulcra, pero de las dos vendedoras una me grita desde lejos qué deseo, mientras la otra atiende a otra clienta. Me carga gritar. Camino para acercarme a ella, le indico que busco marcadores. Qué colores me pregunta. Azules, negros y también rojo (me gusta usar por ejemplo un color para la frase en inglés, otro para la traducción/pronunciación y uno diferente para respuestas a ejercicios. A los alumnos parece gustarles esto y en general hace más visualmente entretenida la pizarra.
Me los trae (noto que elige los más caros) le pregunto los precios, casi 2 mil pesos cada uno. ¡Hay más baratos? No nos quedan.
Muchas gracias pero no. Siento satisfacción por irme de esta librería, mi idea era pagar, como siempre 600 pesos app. por marcador...
Pienso en la librería que sí me gusta pero que está a unas cuadras. Valdrá la pena, en mi reserva queda sólo un plumón azul y como indiqué antes, me gusta comprar de varios.
Llego a la galería para el asunto de los plumones necesarios para mi trabajo.
La librería es aún más pequeña que la anterior y la puerta siempre está abierta, es angosta, o sea aquí hay que hacer los trámites rápidamente, no hay espacio para indecisos porque se llena el local. Sumado a esto las dos señoras procuran ayudarte sin retrasos, justo lo que busco!
En el local sólo hay una clienta, de reojo me pareció japones, que no decide qué agenda llevar, rápidamente la otra señora pasa a mi lado y pregunta qué deseo. Esta vez le consulto qué precios tiene. Compro 2 marcadores de pizarra negros, un azul y un rojo, cada uno por 690 pesos. Y son buenos porque los he usado antes. (por cierto, un mal marcador es uno que al borrar deja mancha en la pizarra o en el borrador, dura poco y hace ruido.)
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Reflexión docente:
Siempre he pensado que un buen profesor DEBE darse a entender, esa es su prioridad.
Esto también aplica a la letra, debería ser legible y grande en la pizarra porque no todos los alumnos prescinden de lentes, y no todos están sentados adelante cerca de la pizarra - y en mi caso además, tengo muchos alumnos adultos - mayores que yo y ya sabemos que la vista falla con el tiempo...)
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Los guardé en mi mochila y salí. El trámite duró quizá sólo 1 minuto.
Objetivo 4 - alimentar.
A unas 4 cuadras está el restorán francés. La caminata no fue un sacrificio porque había cero nubes, sol radiante y poco viento, un día casi veraniego en la Patagonia Austral...
Afuera del pequeño restorán (casi del mismo tamaño que el de la primera librería, esa que queda en el Olimpo) estaba el menú del día. Se veía apetitoso, así que enfilé hacia la oscura puerta (este local es poco iluminado) pero colgando estaba el letrero "cerrado". No sé si realmente "lo estaba " (eran las 12:00pm y muchos restoranes ofrecen el almuerzo "menú ejecutivo" ((lindo nombre)) recién desde las 12:30... o bien quizá fue un accidente que olvidaran dejarlo en "Abierto". Pero decidí no entrar. Nunca he ido y ahora tenía poco tiempo, no es momento de andar probando locales, debía irme a lo conocido, lo rápido...
Siento que estoy perdiendo tiempo mientras estoy caminando hacia una esquina random. Y de repente recuerdo al Club Croata de esta ciudad. He ido antes
Afuera el menú escrito en una pizarrita blanca (me gustó más que el del anterior, en una pizarra negra escrita a la -fatídica- tiza blanca...
Sopa cabellos de ángel,
Canelones (y otra opción que no recuerdo)
postre flan de vainilla (y otros sabores tal vez)
Todo por 5 mil pesos. Excelente.
Entro al edificio antiguo de color gris pero con piso tan claro que dan ganas de entrar.
Frente a mí una escalera con algo tipo mármol blanco. Linda, pero poco tiempo tengo y estaba con el cuerpo adolorido, por eso ni dude en elegir el ascensor para subir la 3er piso.
En esta ciudad tenemos muchos inmigrantes que llegaron como pioneros (entre 1890 y 1940(?) a contribuir a hacer que la ciudad prospere y ellos de paso huír de las guerras mundiales en sus países de origen. Hoy en día la colonia tiene su club de eventos donde además funciona un tradicional restorán.
El ascensor es feo y lento. Temo quedar atrapado.
Salgo a un pasillo de colores claros y muy alto. Me la juego por seguir el pasillo a la derecha. Veo una puerta entre abierta invitando a clientes a entrar. Me gusta.
Entro, una estancia amplia, iluminada por ventanales extensos ya que este edificio se emplaza en una esquina.
Quiero una mesa solitaria y pegada a una pared en lo posible.
Me siento en la que está disponible justo en el vértice del ángulo de esa cuadra. La mesa perfecta, junto a la ventana para ver a las gentes en la ciudá desde un tercer piso. Es la única vacía en las que dan a la pared. Estoy de suerte.
El garzón es un caballero de más años que yo. Con cortesía saluda formalmente. Pido mi menú y agrego un jugo de manzanas ja, hay que celebrar que es un día hermoso y acabo de cobrar un cheque.
El local es muy amplio, de hecho es más cercano a un gimanasio que a un restoran, no, exagero.
Había muchos marinos almorzando en mesas "juntadas". No llevaban sus gorras puestas pero sí sus uniformes negros de la armada. Recordé que sólo a la vuelta de la esquina está la 3ra zona naval de dicha rama, deben tener un tipo de convenio con el restorán supongo porque comían cada 15 minutos y se retiraban y llegaban otros 10 más y así.
Wow, yo me propuse disfrutar mi rico almuerzo demore lo que demore.
La sopa estaba buena. Había además panecillos, pebre*(similar a la salsa criolla argentina?) y una agradable presentación en la mesa. Apenas terminé me trajeron los canelones. Me acordé de mi gata (que se llama Canela) y pensé en ella, y repetí en voz baja la palabra "canelones canelita" y me dio risa y fue repetido durante un rato, já.
Los canelones, sin embargo tenían trozos de cebolla, que me gusta pero que me revientan a acidez estomacal... Pude sacar unas y otras se colaron dentro de los canelones y la verdad ni me importó. Estaban muy bien preparados y dentro de todo, tenía hambre.
Ya masticando más relajado seguí mirando alrededor, los marinos se renuevan como interminables filas de hormigas. Dialogan serios, gesticulan con brazos y casi ignoran su comida para prestar más atención a sus interlocutores. Diviso a lo lejos una especie de cajero, pero como este local es grande su caja era del tamaño de la barra de un bar. Muy iluminado ese sector, a lo peli de Kubrick, o como se escriba.
Más alla una enorme mesa en un lado del lugar que parece un altar. Muchas gorras blancas de los y mas funcionari@s de la armada. Sí, descubrí que además había mujeres entremedio, unas 2 en un universo de 40 personas.
Y al terminar su comida se levantan marciales y caminan en fila retirando sus gorras -todas iguales- de la gran mesa tipo altar, es muy simbólico aquello, como que pasaban a tomar su ostia a ese altar...
Llega pronto mi postre. Está bueno el flan. Pido la cuenta, llega expedita y así también el vuelto. Me retiro son sin antes apreciar algunas de las lindas fotos de lugares en Croacia colgadas en las paredes y una vitrina mini museo de instrumentos de la banda de los pioneros, fotos de ellos (me acorde de la peli "La Sociedad de los poetas muertos" cuando el profe les hace ver a los alumnos fotos de los alumnos de hace un siglo atrás para que entiendan el concepto del Carpe Diem...)
La tarea 5 fue un bocadillo. Banco con sólo 3 personas antes que yo, todo bien.
O sea que el día empezó bien. Y luego comenzó a complicarse, para luego simplificarse de nuevo.
ResponderBorrarTener poca espera en dos bancos es algo positivo.
Bien contado.