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viernes, 18 de noviembre de 2016

Compré una máquina de hacer café




Me obsequiaron un paquete de café molido colombiano. Lo interesante es que una empresa francesa (Belle France) encarga la plantación y procesamiento(?) de dicho grano en Colombia, luego se la compra y por obra de los azares del universo (que no pretendo explicar ni comprender tan a fondo), aquí en latinoamérica volvemos a comprar ese manjar a la empresa francesa a un precio justo, debo decir, y lo más importante de todo con un sabor exquisito, que muy a mi gusto, impregna la casa de aroma a café durante varias horas... -y mi hogar no es muy grande tampoco que digamos...

Pero este café sí o sí debe ser preparado con filtro al menos, o bien en una máquina.
No soy -tan- fanático del café por eso a la fecha aún no tenía una, pero el fin de semana fui de compras -mientras caminaba resolví el misterio del Hijo Pródigo que comentaba en otra entrada por cierto- y encontré una económica que me gustó (hey, soy novato en esto, no quiero la más cara)

Ya aprendí las medidas -lo más difícil a mi gusto- porque el manual te explica bien lo que es el funcionamiento de la máquina en sí, mantenimiento, problemas posibles y operación pero las cantidades de café a ingresar para las tazas deseadas es algo que se adquiere con práctica, ensayo y error. (¿Como todo en la vida?)

Por supuesto al buen café no se le debe agregar ni azúcar ni stevia, ni endulzante ni nada de eso. Bueno según versiones claro, -al que le guste dulce que lo tome dulce en todo caso -supongo similares discusiones hay en torno al mate...

Pero estoy muy contento con mi nueva adquisición. Si bien no me acuesto temprano, y me gustan mis cervezas algunas noches, el café natural, impregnado y exquisito al despertar es la mejor ayuda para comenzar mi jornada con las energías al 100.




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