Puntualmente, a las 15:15 de cada martes tenemos con mi curso una junta virtual para hablar de la vida, jugar y compartir. (jugamos GARTIC PHONE o PINTURILLO, totalmente recomendadas!)
Son geniales estas juntas, de hecho he aprendido mucho de ellas.
Una lección principal es que estudiantes que en los tiempos de clases "normales" se comportaban de una cierta manera, tras una pantalla en una videollamada grupal donde casi nadie pone su cámara (2 de 15, yo incluido), puedo observar cambios llamativos. Por ejemplo, estudiante que molestaba a otros, que gustaba de interrumpir la clase o desafiarte, en las video llamadas sólo expresa su malestar por la cuarentena o aburrimiento, pero cesó de molestar a otros.
Otro ejemplo, el más "inseguro", que lo preguntaba todo para no tener que equivocarse,aquí ha pasado a ser un líder virtual, donde no sólo plantea su posición sino que además es derechamente respetado y requerido por todos, yo incluido, es un tipo muy justo.
Como le explicaba a alguien del área de la psicología el otro día, me parece que las reuniones virtuales derriban muchas barreras que se levantan en el mundo presencial.
Donde por ejemplo ciertas voces tienden a predominar cuando todos quieren hablar al mismo tiempo se han dado cuenta de eso?
O que en las reuniones virtuales no existe la "jerarquía" vertical de "yo soy otro adulto, más alto que tú" sino que soy otra webcam en la red donde somos todos aquí del mismo tamaño y tenemos fácilmente la misma posibilidad de usar un "chat" o compartir pantalla según me apetezca. Hay un cierto "aquí todos somos iguales."
Es por eso que hoy hice dos cosas:
a) Dejarles compartir pantalla a placer y,
b) "Mutear" mi micrófono cuando algunes se enfrascaron en ciertas disputas. A mi gusto no graves ni tan agresivas, pero decidí silenciarme a propósito como muestra de respeto de que confío en que estos 11añeros son capaces de resolver sus conflictos sin interferencia mía.
Otra cosa interesante fue cuando compartíamos unas "curiosidades" onda "¿sabías que...?" con noticias científicas o que habíamos aprendido de fuentes confiables, por ahí deslicé que una buena forma de estar en el ahora
era preguntarte
¿Estás respirando?
Y así al final de un buen día laboral me encuentro solo en esta casa. Frente a mí al siempre fiel pantalla y luego mis pensamientos y escribo desde el punto de vista de quien se encuentra sin su pareja que está a kilómetros de distancia y sin posibilidad de verse debido a las leyes rigurosas de la nueva cuarentena, nadie viaja, nadie abraza, que nadie ame...
Y aún, estamos
Siguen siendo tiempos difíciles y no afloja, la costumbre no hace que uno no se siga lamentando. Como todo pasará, veremos a que costo. Abrazo profe!
ResponderBorrarque nadie ame es demasiado
ResponderBorrarHabienso.pasado tanto tiempo estamos todavía con temor e incertidumbre. A seguir cuidandonos. Un abrazo
ResponderBorrar