Me doy cuenta de que valoro el trabajo y dedico mi energía y tiempo mayoritariamente a eso -mientras el cuerpo dé, claro- por sobre el ítem salud o vida amorosa, para qué decir la cuestión social.
Y es que siempre he sido práctico, a fin de simplificar mis focos de atención, que al fin y al cabo son los que te roban energía en el día. y noche, a veces.
Los problemas del día a día los sigo masticando cuando ya estoy en casa en no pocas ocasiones. No toda la tarde, hay su espacio para cada cosa, pero cuando toca, revivo situaciones experimentadas, decisiones tomadas, analizo consecuencias, hechos y obvio: un poquito de hipótesis elaboro para guiar mi siguiente día y después igual me desconecto, no me quejo.
La razón es que a pesar de que la salud gobierna como prioridad número 1 (así debería ser) todas las actividades humanas (sin vida no hay acción) soy de los que centra más atención a lo laboral, debe ser porque la cosa es entretenida.
Por cierto, detallo un poco de mi rutina en pleno invierno austral.
Inicio la salida de mi casa recibido de bofetón por una seca y gélida brisa aún nocturna, porque a las 7:40 am aún está obscuro en esta latitud del mundo. Justamente caminando hoy en la mañana observaba la belleza de las estrellas en el firmamento y pensaba que ya es hora empezar la transición hacia la estación un poco más cálida y traer más luz a las mañanas, já.
Caminar abrigado durante los casi 15 minutos que me toca llegar al trabajo es gratificante. Más, increíblemente aquí los que tienen auto manejan para llegar a las 5 cuadras que les separa del colegio...
En el trayecto pienso en varias cosas, pasadas y futuras. También a ratos me distrae la vista de Belleza, ya sea un conjunto de plantas blanquecinas por la escarcha o qué sé yo, el agua tranquilísima en la bahía a la distancia, unos pajaritos curiosos observándome en alguna cerca de madera cercana o hasta algún michi friolento enojado afuera de alguna puerta de que les hayan sacado a la rutina matutina en una mañana tan helado, les compadezco y pongo espontáneos nombres.
Me siento dichoso en esa fracción de tiempo y en no pocas ocasiones agradezco de corazón a la vida por esos "fleeting moments" (citando cierta línea de la peli Cold Mountain (2003))
Me toca subir un cerro de casas y calles, eso cansa, pero lueguito viene la bajada. Me encuentro con las mismas personas haciendo las mismas rutinas cual "Truman Show", otra peli que caló hondo en mí.
Un colombiano que con vistosa casaca naranja fluorescente me hace deducir que va a alguna jornada del salmón, fuerte empresa en esta patagónica zona...
Va en bici, pero no usa las calles, sino que las aceras. Otras veces una pareja de personas de la tercera edad que no entiendo muy bien por qué salen a esperar un auto que los lleva a cierta parte. No visten ropa laboral, simplemente es como que a su edad deben levantarse a ir a sus propios asuntos.
Luego paso por la casa que arrendé antes aquí, era pequeñita, pero me trae gratos recuerdos.
Ya estoy a casi 3 cuadras del cole y el terreno no es en bajada en este punto.
Veo una hermosa casa alta tipo "chalet" que me hace cuestionarme por qué ha sido tan floja la manteción: la maleza puebla el jardín y en el patio abunda más maleza y algunos escombros con fantasmas.
Me acerco a la calle del cole, estoy a una cuadra. Todo es efervescencia, carabineros resguardando el desembarco de vehículos de peques, los que cruzan los pasos de cebra, que en la mayor parte de Chile son bien respetados a mi me gusta agradecer con la cabeza cuando me ceden y ya estamos en la cuadra que ocupa mi querido colegio.
Aquí ya te encuentras con mamás y papás u otros tutores varios despidiéndose de pequeñitos con besos y mensajes tipo "pórtate bien hoy" o "te quiero mucho."
Entro al cole, está la auxiliar que siempre da la bienvenida al costado izquierdo desde el punto de vista de quien va entrando (la derecha vacía), me llama la atención que siempre lleva audífonos inalámbricos en el oído, probablemente escucha música que la inspira a iniciar con energía el día, o bien es sólo alguna radio.
Adentro, dependiendo la hora a la que arribe, ya hay peques merodeando ocupados en sus propios asuntos o bien ya están formados.
Marco mi asistencia en la máquina que registra mi cara con un mini scanner y me hace elegir entre "Entrada" o "Salida". Luego una voz femenina dice "gracias."
Desde ese punto en adelante es sólo la vida
desplegándose
Guapa y Majestuosamente.
"Big Sleep" (1982) - Simple Minds
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