El tema es que el colegio que funciona al interior del recinto penal está frente a los módulos y entre celdas por así decirlo. Son unas 4 salas y una oficina rodeada de talleres y rejas. Un largo pasillo ya que esta cárcel es como un largo rectángulo.
Yo estaba en clases en la salita pequeña con sólo 4 alumnos quienes estaban trabajando bien en sus guías y cuando quedaban unos 10 minutos para el término de la clase comenzamos a escuchar los gritos y ladridos de perros también, gritos tanto de internos avisando a otros para prevenirlos y gritos de los mismos policías que hacen esta operación para que se despejen las vías. Los alumnos salieron a asomarse fuera de la sala y yo también, ahí vi algunos otros profes, más internos y más gendarmes que lo nomal, pero a diferencia del característico uniforme verde, los encargados de estos operativos van de uniforme negro, portan fusiles y cascos anti revueltas; son la fuerza de choque, además cubren sus rostros y avanzan en pelotón corriendo y acompañados de perros anti drogas rottweiler con bozales. Vi a unos 100 metros muchos de ellos entrando a un módulo. En eso los gendarmes hicieron que todos los alumnos vuelvan a las salas e hice lo propio, algunos de mis alumnos parecían nerviosos. Obviamente si les sorprenden algo prohibido les caen castigos o pierden beneficios. Uno de hecho encendió un cigarro pero se lo obligaron a apagar de inmediato (afuera de las salas se permite fumar).
A los 5 minutos me avisaron que todo el mundo debía retirarse. La operación fue rápida y salimos todos los docentes y asistentes. Pasado el módulo y la guardia llegamos a la parte de oficinas donde está la sala de profesores y despacho del director, ya todos los que ahí quedaban se habían puesto sus chaquetas también y la instrucción fue que debíamos retirarnos, por hoy no más clases.
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