La situación me terminó pareciendo tragicómica por eso quise escribir al respecto.
INTRODUCCION
La pequeña N. de 9 años de edad, faltó un buen tiempo porque su mamá tuvo un hermanito. Así que yo no la conozco tanto, pero me agrada.
El pequeño A. compañero de curso suyo ha tenido varios conflictos. Es nuevo en el colegio y apenas llegó este año se peleó a puñetazos con los cabecillas que había como para marcar territorio, supongo. En general protagoniza varias situaciones que van en contra del reglamento. Sin embargo, le caigo bien, creo que porque juego video juegos y entiendo la jerga del gamer que juega Roblox e incluso, del popularísimo "Roba un Brainrot". Y sí, comentario aparte, me enorgullezco de que a mis 47 años puedo hablar de "admin abuse", "evento de tacos", los tralaleritos y los "renacimientos" del juego con niños casi 40 años menores que yo.
A. de repente se me arranca, no trabaja, se distrae con otras cosas y cuesta que obedezca cuando le pido que escriba y trabaje. A veces hasta tiene atisbos de ser desafiante y contestador -creo que en un par de años perfeccionará eso y se plantará ante la autoridad.
Tras esta presentación de personajes, entonces paso a detallar el conflicto que surgió y como improvisé mi "solución", poco ortodoxa, adelanto.
INICIO
Comenzaba mi clase en el difícil bloque final, que va de 11:30am a 13:00hrs. Difícil porque ya vienen algo cansados de la mañana ardua, empieza el hambre, quieren irse a almorzar a la casa pronto y el mal humor aflora en uno que otro, los entiendo. Entrando algunos me avisan que el N. se ha metido en un lío, que le dijo algo "muy feo" a una compañera en el recreo así que está en la oficina del encargado de convivencia donde seguro le está llegando un buen reto.
Vuelve algo preocupado, pero no alcanza ni a sentarse cuando llega otro inspector a la sala, me pide permiso para sacarlo y grita su apellido "¡afuera!" (cuando está enojado con algún niño porque hicieron algo malo no los llama por su nombre já.)
Apenas lo devuelve, aún no lloroso, llega la psicóloga del colegio que me pide si puede salir otro para conversar con ella. Casi al minuto devuelve a este otro niño porque porque ella se equivocó de niño, ahora si llama nuevamente al correcto, A.
Conversan afuera y este vuelve a sentarse con semblante normal. Parece que la psicóloga fue más suave que los varones. En todos esos 5 minutos yo he estado instalando mi laptop, entrando al sistema interno para ingresar la asistencia y conversar con algunos que llegan espontáneamente a conversar sobre el video juego de moda en Roblox, "Roba un Brainrot" y darme consejos ya que soy novato. Otros 3 ó 4 me piden les anote en un papelito el nombre de mi canal en Youtube o mi alias en el juego para agregarme.
Tras esos breves minutos llega el mismísimo N. molesto acusando que le han rallado su silla mesa también, pero pareció no importarle esa tanto. Obviamente debo actuar, que alguien dañe el inmobiliario del colegio es también grave y estos peques deben aprenderlo de chicos. Me levanto, lo sigo a su puesto y en efecto alguien ha rayado de manera aleatoria casi formando una espiral en su silla con un marcador negro. La evidencia está en la mesa de al lado, a la que además rallaron con unos puntos y se nota que cargaron con inusual fuerza la punta hasta casi romperla. Ese marcador ha quedado inservible y era de él mismo.
Pregunto quién fue. Nadie habla. Raro, a esa edad suelen acusar de inmediato y es en los cursos más grandes donde aprenden a callar y cuidarse las espaldas entre ellos ya sea por amistad o temor a represalias "por sapo" (delator en Chile.)
Alguien desde otro punto lejano de la sala dice que se revisen las cámaras. Uno se apura en decir que "no hay cámaras" y otros argumentan que sí, el debate dura poco, pero no intervengo en él porque ahí mismo me entero que el profesor jefe de este curso u otra profesora, seguramente les ha dicho que hay "cámaras secretas" en las salas para ver quien hace cosas. Quizá dos años atrás funcionaba, pero ahora claramente saben distinguir cómo luce una porque muchos las tienen en su casa.
Indago sobre testigos, alguien debe haber visto algo porque ¿fue durante el recreo, cierto? él mismo me explica que no, que cuando recién llegó a la sala su silla estaba bien y que fue tras el desfile de profesionales que lo sacaron de la sala por unos minutos que ocurrió el hecho. Admito que yo dejé de prestar atención al curso, porque generalmente en los primeros 5 minutos de la clase -como dije antes- debo instalar mi compu en la mesa del profesor y pasar asistencia, además de la charla de quienes llegan a saludarme. (En este colegio cada curso posee su propia sala y somos los profes los que debemos visitarlos.)
Aún nadie vio nada. Sí veo una niña que está muy cerca de los hechos que evita hacer contacto visual conmigo, sólo está pintando frenéticamente una hoja en su mesa (nada raro) pero sí me llama la atención porque en estas escenas algo tensas de interrogación colectiva todos suelen mirarme prestando mucha atención a cómo reaccionaré: ¿gritará el profe? ¿perderá el control? ¿reprenderá a alguien? etc. El chismecito es siempre bueno, material para llegar más rato a contar a sus padres en el almuerzo. (A las 13:00 hrs. todos se van a casa a almorzar y regresan a las 14:30 para un bloque más de clases, las ventajas de vivir en un pueblo de 7mil almas...)
Pienso en esa fracción de segundo que esa chica no está reaccionando igual que los demás que están muy atentos a todo, pero me cuesta creer que ella haya sido responsable de algo así porque tiene un buen historial, no es niña de andar rayando sillas. Raro, a alguien están protegiendo, pero... ¿a quién?
A. no quiere sentarse en la silla rayada mientras no se descubra quién lo hizo, se ve visiblemente ofuscado, aunque ahora matizando con frustración y quizá un dejo de humillación (claro, pero él si raya cosas a otros...) Mi labor es continuar la investigación. Un parcito de revoltosos que antes han hecho cosas similares tienen una sincera expresión de inocencia ahora. Se mantienen en silencio también, pero uno de ellos se ve incómodo, (el que afirmaba que no hay tal cosa como cámaras en la sala) algo debe saber, pero lo conozco y sé que no confesará nada, aún así su mirada es de inocencia, sé que no fue él esta vez.
No quiero perder más minutos de los que ya han pasado porque debo aprovechar mi clase, hoy toca aprender a decir la hora en inglés y hasta mi reloj plástico con manecillas manipulables traje hoy. En fin, la experiencia me ha obsequiado una que otra pequeña joyita para casos difíciles como este: no forzar la confesión, porque quien anhela confesar no lo hará bajo presión. A esta edad lo hacen cuando la tensión y atención baja.
"Ok, voy a empezar la clase, pero les pido que si alguien vio o sabe algo se acerque en algún momento y me diga en privado. Tal vez alguien no tenía intención de rayar y *por accidente* pasó a llevar el marcador justo en esa silla." ¡Oh bendita inocencia de los niños...!
Tras terminar esta invitación a confesión discreta me interrumpe el diablillo que se había estado como conteniendo de hablar, (el mismo negacionista de las cámaras) para cuestionar de que cómo alguien va a rayar una silla sin querer, que eso lo hicieron a propósito. Otros se suman. Me encojo de hombros e inicio mi clase escribiendo en la pizarra "What time is it?"
No pasan ni 10 minutos entre que están desarrollando el primer ejercicio cuando se me acerca una pequeña junto a su amiga (la que había estado pintando rabiosamente sin mirarme a los ojos en la primera indagatoria) y me cuentan que resulta que N. (de quien hablaba en el inicio) fue quien rayó la silla, pero que tuvo un motivo. Ahí toma la palabra N. que se sienta justo frente a la mesa de los profesores para explicarme que lo hizo porque A. insultó feamente a su amiga durante el recreo y por eso ella lo hizo porque no le gustó que él trate mal a su amiguita.
Con alivio, pero sincera expresión sólo le dije "gracias, muchas gracias por decir la verdad. Me encantan las niñas que dicen la verdad."
Respiré hondo, agradecí a las testigos y las ayudé a "reconstruir" su relato a la vez prestándole ropa a N. parafraseando lo que acababa de escuchar: "me imagino que debes haberte sentido molesta porque no te pareció justo que A. insultara a ella y quisiste vengarla de alguna forma." N. asintió con la cabeza. Les dije que habían hecho lo correcto en avisarme, que yo no informaría a la mamá de N. de esto porque estuvo muy bien que dijera la verdad.
Se fueron a sentir, retomé la clase, pero me apuré en extraer ese pequeño alcohol gel que siempre tengo y con unas toallas húmedas fui donde A. a avisarle que le ayudaría a limpiar su silla. El mismo se adelantó a limpiarla así que aproveché de limpiar la mesa vecina. "Funcionó!" le dije con sincera alegría, sonrió también y continuó fregando su silla con las toallas húmedas. No salió 100%, pero el ritual había cumplido su propósito. Antes de que se siente le entregué pañuelos desechables para que seque la silla previo a sentarse.
Ahí murió el conflicto, seguimos viendo esta vez las difíciles expresiones de "quarter to" vs "quarter past".
CONCLUSIONES
Confieso que aún me quedo con la duda de si realmente el crimen fue visto por los varones negacionistas de las cámaras y quisieron proteger a la niña porque uno de ellos fue el que se peleó hace meses con A. Me intriga si algunos otros callaron, no es buen antecedente. A esta edad siempre largaban confesiones de inmediato. Los tiempos están cambiando, aprenden a pulir su incipiente habilidad de mentir desde más temprano estas nuevas generaciones parece. Para contrarrestar esto es que no pocas noches consumo videos de cómo leer el lenguaje corporal porque es MUY útil con niños.
Me arriesgué un poco, algunos niños contarán esta historia en la casa y algunas mamás podrían alarmarse de "cómo el mister no hizo nada, no retó a la niña ni le dijo nada malo." Sólo me la jugué porque sé que A. es bien resistido y creo que muchos sintieron un cierto alivio de "un día si quiera que le toque a este pesado que le hagan lo que suele hacerle a otros." No lo sé.
Sólo mencionar que en el transcurso tuve un encontrón con él porque se puso a inflar un globo en la sala hasta reventarlo. Le hice guardar los otros que tenía en su mesa, no quiso, algunas niñas acusaron que los había sacado del estante de atrás porque lo vieron. Se defendió diciendo que lo había traído de casa, no le compré un sólo ápice, me molesté, lo amenacé con enviar un mensaje a su mamá acusándolo de que no trabaja en clases porque estar jugando con globos. Alegó que no era con intención, que sí estaba escribiendo y bla bla...
Al final sí escribió algo y no reventó más globos. No envié el mensaje acusándolo, porque me pareció todo el asunto de manipular globos tal vez fue un escape para calmar su tensión, vaya uno a saber.
Y así es mi día a día, esos pequeños conflictos que en la universidad no te enseñan a manejar, pero que si no logro resolver de buena manera puede costarme una funa de mamás o denuncia. Está difícil ser profe estos días.
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