Y vaya que debía hacerlo porque temprano hoy llegó la persona a quien me había tocado reemplazar, de modo que eran mis últimas horas en ese lugar para no volver más.
Aparecí antes que tú,
la fortuna quiso que antes de pensar si quiera ideas alguien a mi derecha me comenzara a hablar,
me dejé ir a la conversación,
Apareciste,
No dudé en ocupar el puesto a la cabecera de la mesa que habías usado el día antes.
Te sentaste a mi izquierda, a menos de un metro de esa larga mesa.
Pudiste oírme hablar,
también pude yo escuchar la única pregunta que le hiciste a alguien frente a ti.
Te miré en más de una ocasión, algunas de imprevisto, intentando capturar tu mirada.
Mi imaginación recreó formas de integrarte a la conversación, no iba a ser difícil,
más, algo en mi interior recomendó esperar.
Y es que admirada mía, nunca llevaste tu mirada a la mía.
Llegando a casa consulté tu nombre a la base de datos abierta más grande del Internet: Facebook.
Ahí estabas,
Radiante,
misteriosa,
sonriente,
segura,
intelectual,
pero sobretodo,
te veías...
tan...
enamorada de tu novio en esa foto de perfil y las públicas que también había en el muro...
ooohhhh!!! Estaba enamorá de otro... pff! Ella se lo pierde
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