Hoy me tocaba trabajar hasta las 20.30, luego me fui a ver fútbol a un local. Es que jugaba Universidad de Chile (mi equipo) contra el archirival (Colo Colo) por la final de la Copa Chile (que otorga paso a la Copa Libertadores de América el próximo año.
Considerando que el partido comenzaba a las 20.00 eran pocas las chances de encontrar una mesa desocupada en los más tradicionales locales para ver fútbol de la ciudad así que me fui al infalible "Buena Onda" de la ciudad que por lo feo, "rasca" y barato suele tener poca concurrencia,
Sin embargo a mí me gusta, es un local "del pueblo", en efecto feo, apenas entras te inunda el aroma a aceite usado y reusado por semanas (una vez pedí papas fritas y al posarles una servilleta, ésta quedo amarilla delatando el largo uso del aceite, pero no importaba, en efecto tenía una mesa vacía y pude tomarme mis cervezas disfrutando la victoria de mi equipo!
Atrás mío un tipo que no paraba de hablar tomándose un licor que mezclaba con Coca Cola y por el cual pagaba 4 mil pesos cada vez que llegaba el garzón que a la vez es el dueño del local.
A mi izquierda un padre de dos hijos y de larga cabellera que tomó algunos jarros de cerveza y le explicó al que estaba atrás mío que a pesar de ser él de "la U" uno de sus hijos era colo colino pero que él lo respetaba, "eligió sus colores".
Adelante mío desfilaron 3 diferentes clientes en 45 minutos. Primero un hombre que pidió vino tinto pero el garzón le explicó que sólo tenían blanco. Entonces pidió una jarra de cerveza (que en mi país llamamos "un schop"). Se la bebió en menos de 10 minutos, se levantó y se fue.
Luego llegaron 4 tipos que francamente traían aspecto de querer buscar pelea. Afortunadamente el dueño los "leyó" y les negó la cerveza. Se levantaron y se fueron pacíficamente. O tal vez ya los conocía de antes, más que mal los dueños de locales tienen muy buena memoria para recordar a los busca pleitos.
Finalmente llegó un hombre de unos 50 años algo ebrio.
Se sentó pero fue recibido con apretón de manos por el dueño, por lo que deduje eran amigos, se pidió un schop de cerveza. Lo bajó rápido hasta la mitad, hasta que su equipo empató a la U y se levantó para celebrar con tal vehemencia que golpéo la mesa y derramó la mitad de su vaso al piso.
La esposa del dueño llegó de inmediato a limpiar la escena con serenidad y él ordenó otro vaso.
El tercer jarro ya me dejó algo mareado así que pedí el cuarto para la definición a penales.
Mi equipo ganó, me toca seguir celebrando!
Saliendo del local me encontré con caravanas de autos tocando sus bocinas para celebrar.
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