Serían unos veinte.
El más barbudo de paso se acariciaba la espesa mata bajo su mentón a modo de pensador mientras en efecto no despegaba la vista de lo que estaba ocurriendo en el centro.
El apodado "rubio" era un poco menos perceptible en lo que a sus emociones internas se refería, las ocultaba.
La tensión flotaba sobre todos los presentes.
No había música de fondo, sólo un ocasional carraspeo, una tos opacada, unos pasos en la crujiente madera polvorienta.
Ya habían transcurrido muchas horas desde que todo inició, a eso de las 6 de la tarde cuando aún llegaban luces naturales por la amplia ventana.
Ahora sólo ardían las lámparas.
Unos 20 hombres en una habitación de reducidas dimensiones.
Sin embargo algo importante ocurrió:
Impredeciblemente y sin que nadie lo anticipara...
Y había demasiado en juego, esto era real, muchas vidas dependían de lo que aquí ocurriría porque no pocos estaban comprometiendo su año, algunos incluso más que eso...
Nervios, oscuridad, concentración, revisa todo otra vez, ¿funcionará?
¡hay que averiguarlo!
Y esa maniobra cambió todo.
¿Cómo respondo a esto? ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué no se fue donde yo esperaba? ¡ahí sí que podía darse por muerto y enterrado!
Lo que siguió fue sólo el rezo final a la lápida: mover la reina a la casilla d7 del tablero, en perfecta y esquizofrénica conjunción con el alfil dominando la diagonal y la torre encerrando al Rey dieron un jaque mate categórico.
Tanto se había apostado... tantos perdieron aquella noche.
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