Y fue precisamente en un invierno en que esta historia de pinturas, amor, maldición y pérdida comenzó...
Era una escarchada mañana en lo profundo del invierno,
Cuando Rosey salió a buscar leña.
El fuego estaba bajo, apenas brillaba,
Cuando Rosey salió a buscar leña.
En la pared colgaba una pintura,
Un arroyo campestre y un huella,
Escena placentera, inocente,
Con trigo, heno y grano.
El artista no incluyó
figuras jóvenes o viejas.
Aunque sin embargo, en ese bucólico paisaje,
la figura de una mujer, tosca y cruda.
Cada día la imagen cambiaba,
La mujer, aquí y allá,
A veces tan cercana como un retrato,
Era Rosey parada ahí.
Un día de verano conocí una sirvienta,
Pensé en hacerla mi esposa -tal fue el amor,
Al llegar a casa, la pintura teñida de rojo...
Era Rosey con un cuchillo.
Llevé a mi nueva amada a ver el mar,
También los roquerios sobre el lago,
Y para pecado mío, la empujé hacia abajo.
Ah... la sonrisa en la cara de Rosey...
Pasó el tiempo y envejecí,
Sin embargo Rosie lucía igual,
Mis huesos en cambio rígidos y mi cabello gris;
Más aún Rosie seguía igual.
En mi cama y moribundo,
Me miraba ella,
De esa pintura desgastada me miraba,
Ahora mi espíritu sería libre.
Luego llegaron los amigos,
Quienes lamentaban verme tan pálido,
El sacerdote pronunció las palabras que él creía correctas,
Y me llevaron al cementerio.
Mi hogar fue limpiado, todo vendido,
Vacío quedó,
Excepto un cuadro en la pared:
De dos enamorados abrazados.
Adaptado y traducido de "A Tapestry Scorned" - My Dying Bride. (2012)
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