Mientras tanto, me doy cuenta de que tras casi 10 días, las pastillas para tratar la hipertensión tienen el indeseado efecto secundario en mí de estimular el sueño.
Me da sueño más temprano. Por la tarde siento una irresistible sensación de dormir una siestits.
No me quejo, es guapa, jé.
Puede durar hasta 3 horas, pero luego me despierto como bobo.
Coincide el inicio de esto con la llegada de las pastillas esas a mi vida. Me imagino que habrá un acostumbramiento natural y luego todo se acomodará a funcionar.
Como que ya lo voy sintiendo.
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La noche ha llegado.
Abrí la puerta a la 1am y vi la noche afuera, varias estrellas y constelaciones titilantes a lo lejos; la brisa siempre fría/gélida de esta helada instancia golpeando en la cara y la noción de que alguien desde la obscuridad terrena a tu izquierda se acaba de acercar sin que te lo vieras venir.
Mi mente puede concebir escenarios guapos que recuerdo, lamentablemente también concibo pesadillas por las noches. Que ultimamente han vuelto más seguido, tanto en las noches como en ciertas tardes.
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Este fin de semana aprendí mucho sobre los papiros de Herculaneum (o como se llamara ese pueblo vecino a Pompeya durante la erupción del Vesubio hace tantos siglos atrás.) Había una vasta biblioteca ahí cuyos papiros en estado carbonizado se preservan en museos y colecciones y gracias a la actual tecnología se pueden empezar a leer, ¿qué dirán?
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