De vuelta en el colegio

Cuando en marzo tuve que volver a mi ciudad natal no imaginé que no volvería a la isla Tierra del Fuego -donde trabajo- sino hasta recién inicios de Diciembre debido a esta plandemia.

Tras sacar exitosamente todos los documentos que me permitan salir de mi ciudad en cuarentena para entrar a esta que está en una fase un poco más libre, me reintegré al trabajo presencial. En realidad encontré menos de 10 personas (de los casi 50) y con todas las estrictas medidas como toma de temperatura y alcoholes gel por doquier. Me asignaron una tarea que requería de mi presencia (hice bien en venirme voluntariamente!) y la completé en la mañana. Aunque estuve solo en la sala. En la tarde aparecieron dos colegas y amigas, y admito avancé bien poco porque teníamos harto que hablar y todos confesamos extrañar hablar con otros humanos. En todo caso ellas ambas viven con familia, yo soy el único que vive solo y habla con sí mismo, já.

Todo bien en todo caso. Pude ver que estamos todos más o menos en la misma. 

Otra parte interesante es el dónde me hospedo mientras estoy en esta austral isla: la pensión de la abuelita, donde por ahora soy el único pensionista (bueno sólo tiene una habitación para arrendar en todo caso) ya que sus otras fuentes de ingreso son dos cabañas que tiene en el patio.

En todo caso ha sido maravilloso, a diferencia del año pasado esta vez mandó a hacer un baño privado para mi habitación. Y además puso wi fi. Que no es tan buen dada la condición de esta esteparia isla, pero funciona.  Y mi parte favorita: sus comidas de casa! Ayer me tenía cazuela  y hoy porotos. La vida es guapa.