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martes, 14 de julio de 2015

Absynthe

No citaré a grandes, no consultaré con otros. Su historia o preparación abunda en Internet así que sólo expresaré mi visión respecto a este exquisito brebaje.

El Absenta, como muchos otros licores fuertes es para ciertos estados anímicos. Me gusta pensar que debe estar uno tranquilo, libre de preocupaciones, estrés o elucubraciones (y explicaré esto más abajo); el absenta invadirá tu cuerpo, lo escrutará, lo conquistará, pero luego se hará uno en armonía, pasará a ser parte de tu ser. Terminas dudando si estás poseído por el "hada verde" o el hada verde siempre fuiste tú sólo que ahora aprendes el lenguaje para expresarte...
No es tanta mi experiencia con el verde licor de ajenjo. Lo vine a probar recientemente ya que durante décadas estuvo prohibido en mi país por su componente alucinógeno, mismo que hoy extirparon para poder ser comercializado y llegar a más gente, permitiéndonos recrear sensaciones(?) e inspiración lograda en su compañía de grandes del arte, de siempre, pero especialmente del siglo XIX.
Creo que van ya dos años en los que para mi cumpleaños me auto obsequio una botella.
Aún recuerdo el cumpleaños del año pasado: noche de verano aquí, dos vasos, inciensos, música de otras épocas, lámpara y luces navideñas además de velas. Lectura de poesía y la compañía tierna de mi gata, silenciosa poetiza también en sus propias artes inefables. Dulce fue esa noche.

El absenta da una embriaguez diferente a otras bebidas alcohólicas, algunas de ellas que bien conozco como la cerveza. La cerveza es predecible, controlable y rápida. Si es de alto graduaje se sube rápido, debido a reacciones químicas en tu cerebro activa sensaciones de euforia y alegría. Si se continúa el exceso puede ponerse más filosófica, nostálgica y hasta relajante con mayor cantidad, al punto de desear dormir. Puede llegar cierta torpeza al hablar o hilar ideas, atrevimientos impetuosos y hasta hambre. El licor de ajenjo, en cambio, actúa lentamente sobre el individuo, te contempla desde el borde de un largo rodeado de bancos de verde y bucólica tranquilidad.
Se puede saborear el otoño, el invierno o la primavera en un sólo sorbo. Baja despacio y al principio se sentirá, no pasa desapercibido. Puede beberse en medio de una conversación con amistades, o perfectamente solitario. Me cuesta entender por qué muchas personas ven con desdén o hasta temor el acto de beber alcohol solo. Tiene un lado muy positivo sin duda, podemos contemplar arte, disfrutar música, relajar los músculos, escuchar la noche avanzando, acariciar el suave pelaje de un gato, llenar tus pulmones de aire nocturno, sentir aromas, inciensos, puedes estar sentado leyendo poesía o amando recuerdos y fantasías... La vida transcurre apacible, los demonios ya no atormentan, os saludan postrados, hasta ellos respetan al absenta tanto como al arte. De pronto consideras una buena idea acercarte a la ventana a admirar estrellas y notas cómo el absenta camina contigo, a tu derecha la noche y a tu izquierda los demonios de siempre, sólo que no atormentan, danzan. Contemplas la noche, sientes dicha, agradeces a la vida, caminas pausado y puedes incluso oir cada pisada, puedes conversar y las palabras no fallarán como con exceso de otros brebajes. Habrá claridad mental... encuentros de absenta suelen ser inolvidables.
Es un trago muy fuerte, probablemente pasa su tarifa a ciertos órganos dentro del cuerpo humano que no me interesa investigar, mas da una alegría que puede aún saborearse al día siguiente.
La preferencia de beberlo de noche por sobre el día es sólo a título del autor y no significa que no pueda ser exquisito en una tarde asoleada tampoco.


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