Los budistas no son muy amigos de valorar tanto la mente y lo racional, como lo hacemos en occidente.
Creen que si no prestamos tanta atención a lo que pensamos podemos mejor abrazar la vida tal como es. Al final, dónde está la vida? está en el aquí y ahora. Cualquier negación del ahora o escape del mismo es perderse la vida.
El ejemplo que explica esto es pensar en esas personas de 85 años que aún están en una búsqueda de algo que parece no llegar, olvidándose que es por una buena razón.
La mente crea resistencia: con su lógica, su aprendizaje, su conocimiento, sus experiencias, su pasado, su cálculo sobre el futuro hace resistir aquello que no nos gusta y generamos dolor.
No podemos creer que somos lo que nuestra mente nos convence porque ella se basa en el pasado, valora la experiencia y -peor aún- interpreta todo creyendo que es lo correcto.
La interpretación mental subjetiva es tan precisa y confiable como predecir dónde caerá un rayo.
Pero si sentimos más, aceptando sin juzgar, sin ponderar, olvidándonos de nuestra historia podemos crecer.
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