Mi gata juega en el pasillo con secretos que sólo ella sabe; quizá sea alguna de sus pelotitas que andan perdidas pero que sólo ella encuentra, quizá sea el ovillito de lana recubierto de cinta negra (huincha aisladora como decimos en mi país) o ese alambre de plástico que viene ahora para cerrar bolsas de pan de molde o cables de artefactos eléctricos.
La aplicación musical Spotify acaba de iniciar Song 2 de los Blur, se agradece. La luz brilla constante, mi Internet funciona de lujo creo que porque se tranquilizó el fuerte viento que tuvimos días pasados.
Veo frente a mí libros, vasos, velas y una lámpara. A mi izquierda están libros que valoro mucho, a la derecha algunos se camuflan que aún no he leído. Todos en el mismo mueble conviviendo con copas y vasos en la parte central.
Mi casa la he ido adornando cíclicamente ya sea según un orden "lógico", a veces según humor y la mayoría de las veces, por practicidad: libros que valoro mucho ya los he leído así que están tras el compartimiento con cristal del mueble. Los pendiente en cambio están al acance fácil, apenas llega el "humor" o momento de leerlos llegará. Mientras tanto acumulan goce tal como el vino.
Ahora mi gata rasca su cuello con la pata blanca. Mira concentrada algo que atrajo su atención, se pasea pidiéndome le abra la puerta (pausa)...
Ha pedido entrar a la nocturna y helada cocina. No la puedo ver desde aquí pero siento que está a salvo en la oscuridad, confronta sus propios demonios(?)
Ahora está de vuelta en el living en su caja, decide jugar en el pasillo.
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