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sábado, 29 de agosto de 2015

La fiesta vecina

En casi todo el año no ocurre esto, pero justo hoy en que me encuentro con gripe hay una fiesta en la casa que está a sólo metros de la mía.
Por lo que pude escuchar (de lo fuerte que hablaban) era un cumpleaños del hijo de esa familia, joven de unos 18 años.
Resulta que la pequeña casa que arriendo queda en el patio de otra casa principal, donde era la fiesta.
Habrían sus 13 invitados repartidos entre la entrada de mi casa, el patio y su jardín.

Mucho alcohol. En ciudades pequeñas y en realidad también en metrópolis el alcohol es tan abundante, legal y fácil de obtener que cada día, cada minuto son legiones en el mundo los nuevos jóvenes de vírgenes hígados que ingresan al vicioso círculo del adictivo alcohol.
El ciclo parece no tener fin.
Pude oír cómo -inútilmente- consolaban al festejado, que tuvo la ocurrencia de llorar cerca de mi pared. Luego otro orinando cerca de la entrada de mi casa... creo que la cosa se salió un poco de control.
Afortunadamente mi gata aparte de curiosear un poco por las ventanas se fue a dormir rápido, más le inquietan los gatos merodeando el techo en su ritual de cada agosto...
Ya se han ido los jóvenes ruidosos a sus casas. La calma ha regresado y la luna sigue brillando igual de intensa sólo que un poco más al oeste...

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